La administración de riesgos o risk management es una disciplina aplicada por grandes empresas desde hace varias décadas y estudiada en algunas de las más prestigiosas universidades del mundo. Básicamente se basa en la aplicación racional y sistemática de 5 grandes pasos o etapas.

Ahora bien, en nuestra vida,  como personas individuales que somos, podemos aplicar fácilmente algunos conceptos de esta metodología, tanto a la hora de contratar nuestros seguros para la vida diaria, como a la hora de asesorar en la contratación de seguros en el caso que ejerzamos esta noble tarea de asesoramiento, ejercida en nuestro país principalmente por los productores asesores de seguros. Veamos rápidamente de qué se trata.

ETAPA 1

Lo primero sería identificar los riesgos a los que estamos expuestos. No solamente requiere de hacer un inventario de nuestro bienes económicos, sino también de tener claro en qué etapa de nuestra vida nos encontramos, cuál es nuestra situación financiera y económica, quiénes dependen de nosotros, cuáles son los riesgos actuales y futuros, qué daños económicos podría ocasionar involuntariamente a terceros, y qué actividades realizo. Es muy importante hacer un listado por escrito de todos estos riesgos.

ETAPA 2

En la segunda etapa, hacemos un análisis más profundo de los mismos, concentrándonos en los mayores y más importantes. Cuál es mi escala de prioridades? Qué es más importante? La casa o el auto? Asegurar los cristales del auto o la responsabilidad civil? Qué pasa con mis seres queridos si fallezco? Cómo garantizo la educación de mis hijos? Y la jubilación? Tengo un perro peligroso? Tengo pileta? Vienen contratistas a mi casa? Vivo en una zona expuesta a catástrofes? Qué pasa si nos vamos de viaje? Qué actividades realizo? Tengo un negocio? Soy una persona saludable? Realizo actividades peligrosas? Qué deportes practico? Dependo de una sola fuente de ingresos? Quiénes dependen de mi? De quién dependo? De esta etapa podríamos armarnos un pequeña matriz intuitiva identificando los riesgos en función a su probabilidad de ocurrencia (alta, media y baja) y sobre todo al impacto que podrían tener en mi patrimonio si eventualmente ocurriera lo que en la jerga aseguradora se conoce como intensidad y también clasificándola en alta, media y baja.

A esta altura, ya tenemos identificados los riesgos y los hemos clasificado en función a su probabilidad de ocurrencia, pero sobre todo, en función al impacto que generarían en caso de ocurrir. Vemos el tercer paso.

ETAPA 3

La tercera etapa se refiere al análisis sobre las medidas que podría tomar para reducir estos riesgos, especialmente los que hayamos identificado como de más alta intensidad. Son esos riesgos que no quisiéramos tener por el profundo impacto que podrían tener tanto en nosotros como en las personas que nos rodean. Este punto parece muy evidente al analizar una empresa pero no tanto al analizarnos como personas. Sin embargo es perfectamente posible. Algunas de las preguntas que podrían surgir son: sigo fumando? Me alimento adecuadamente? Practico deportes? Me hago exámenes de salud habituales? Debería seguir practicando actividades o deportes peligrosos ahora que tengo hijos chicos o que una empresa depende de mí? Sigo viviendo en una casa o me mudo a un departamento? Vivo en una zona segura? La instalación eléctrica de mi casa cumple con las normas de seguridad? Tengo mi coche en regla? Pongo un matafuego al lado de la parrilla? Por supuesto, la vida implica asumir una serie de riegos y de desafíos que la enriquecen, y debemos tener en cuenta que no todo está bajo nuestro control. Sin embargo, consideramos prudente, hacer un pequeño ejercicio de introspección cada tanto, máxime teniendo en cuenta que las condiciones que nos rodean varían constantemente. Sin llegar al absurdo del personaje interpretado por Ben Stiller como analista de riesgos en la extraordinaria película Mi novia Polly, una pequeña autoevaluación cada tanto no viene mal.

ETAPA 4

La cuarta etapa podemos llamarla la de la retención de riesgos. Básicamente se trata, por un lado, de conocer nuestra realidad económica y financiera, y, por el otro, de contrastarla con nuestra pequeña matriz de frecuencia e intensidad que obtuvimos en el paso 2. Básicamente, desde un punto de vida racional, asumiremos como propios los riesgos de baja frecuencia y de baja intensidad. En la medida que mayor sea nuestra situación de liquidez y económica, mayor será nuestra capacidad para absorber estos riesgos. Desde este punto de vista, quien más tiene, menos necesita del seguro, al menos para cubrir esta zona de la matriz. Desde un punto de vista económico, no tiene sentido transferirle estos riesgos a un tercero. Qué sentido económico tiene asegurar el auto contra cristales cuando mi capacidad financiera es millonaria. Desde un punto de vista económico, quizás ninguno, desde un punto de vista del servicio que me pueda brindar el tercero, quizás sí. También esto depende la mayor o menor aversión al riesgo que tengamos.

ETAPA 5

La última etapa se refiere a la transferencia del riesgo. Existen diversas maneras de transferir el riesgo  pero solo nos referiremos en este caso, a quizás la más importante, que es la institución aseguradora. Desde un punto de vista económico, y de acuerdo al análisis anterior, solo transferiríamos aquellos riesgos de mediana a alta intensidad y que tengan impacto en mi situación económica y de liquidez. En la medida que mayor sea nuestra aversión al riesgo, también buscaremos transferir riesgos de mediana y alta probabilidad de ocurrencia. Como dijimos anteriormente, hay cuestiones también que hacen al servicio que también nos llevan a contratar seguros de alta probabilidad de ocurrencia (comodidad de reponer rápidamente el parabrisas del auto). Posiblemente los riesgos de alta probabilidad de ocurrencia y alta intensidad no se logren transferir lo que posiblemente nos lleve a tomar las medidas del paso 3 de reducción de riesgos para tornar el riesgo en asegurable. En esta etapa también es donde se define cuál es la relación que estamos buscando en cuanto al precio, la calidad y el servicio que estamos buscando para transferir esos riesgos. Por lo general, el mejor equilibrio de estos 3 componentes se logra eligiendo la aseguradora adecuada y un productor asesor de seguros matriculado, independiente y capacitado que brinde valor agregado.

Ahora sí, habiendo cumplido con los pasos anteriores, podemos transformarnos en un comprador  de seguros más racional, y/o también en un productor asesor de seguros que brinde valor a sus clientes.

Hasta la próxima.